Historia del Lagarto de la Catedral
Entrando por el lado este del Patio de los Naranjos nos encontramos con la Nave del Lagarto. En el techo de la misma observaremos cuatro objetos: un lagarto de gran tamaño, un colmillo de elefante, una vara de mando y un bocado de caballo de mayor tamaño de lo habitual. Como es natural, esta mezcla de objetos también tiene su leyenda.
Aquí vemos al famoso lagarto y. al fondo, el colmillo de elefante,
las bridas de jirafa y la vara de mando.
Dicen que sobre el año 1260, el Sultán de Egipto, envió a Alfonso X una embajada para pedirle la mano de su hija Berenguela. Entre los regalos de dicha embajada figuraban un colmillo de elefante (hay quien asegura que se trajeron el elefante entero), un cocodrilo del Nilo vivo y una jirafa domesticada, con su montura, bocado y bridas.
El rey cristiano rechazó la pretensión del Sultán y envió la embajada de vuelta a Egipto, cargada de buenos deseos y regalos variados. El cocodrilo y la jirafa se quedaron en los jardines del Alcázar, hasta su muerte. El lagarto, entonces, fue disecado y se colgó de recuerdo, junto con el colmillo, el bocado de la jirafa y la vara de mando que trajo de vuelta el enviado de Alfonso X al término de su embajada en Egipto.
Con el tiempo, el reptil se pudrió y, para no olvidarlo, se hizo otro de madera, pintado de verde. En los siglos XVII y XVIII se descuelga para pintar el techo y se introducen documentos en su boca que explican su historia.