Adivina, adivinanza, ¿qué niñ@ de la clase ha inventado esta historia? Entre todos los que lo adivinen sortearé un regalito. Tenéis de plazo hasta el día 14 de este mes.

Para los que no sabéis poner un comentario: pinchad en "Comentarios" y se abrirá un espacio en blanco donde podréis escribir vuestro mensaje. Después le dais a "Publicar" Os recuerdo que hay que esperar a que yo lo apruebe. Mientras tanto no saldrá nada.

Nota para el autor/a: ¡No te chives! Tú ya tienes el regalito.(Si sabes guardar el secreto) Te lo daré el 14 con el ganador/a.

CUANDO YO ERA MÁS PEQUEÑA QUE UN ALFILER

Yo estaba en la cama y me desperté como en una especie de mundo colchón, pues era diminuta. Miré al despertador que ya había sonado. Entonces me acordé que tenía que ir a desayunar. En ese mismo instante escuché la voz de mi madre:

-¡María despierta o llegarás tarde al colegio!- dijo mi madre.

Yo, asustada me miré y vi que ya tenía puesta la ropa. Entonces pensé:

-Hoy es un día muy raro. ¿Qué más me pasará?- pensé preocupada.

Fui hacia la cocina, mi padre y mi madre se marchaban, al igual que mi hermano.

Salí corriendo. ¡Ay! Se me olvidó la mochila. Tardé mucho en llegar al colegio, pero mi amigos y amigas eran igual de diminutos que yo. Jugamos juntos en la plaza del colegio. Sobre la hora del recreo hacía mucho viento y jugamos a superhéroes, pues podíamos volar. Jugando y jugando yo me colé dentro del colegio. ¡Qué miedo! Había muchos niños y niñas gigantes. Plof., Plof se escuchaba. En un momento, sonó la campana. ¡Riiiing!. Todos aquellos niños gigantes se fueron a formar las filas. Algunos se quedaron con un profesor para hacer E.F. Yo corrí hacia mi clase. Todavía había algunos niños que no se habían hecho pequeños. Estaba en medio de la clase cuando entró el superteacher. Tocaba preguntar a los compañeros y todos los niños y niñas fueron gritando hacia los demás.

- ¡Aaaaaaahhhhhhh! ¡Qué miedo! – gritaba yo.

Pues tenía que esquivar los pies gigantes. Fui hasta la puerta de cristal de la clase. Era muy pequeña así que cupe por la ranurita. Allí fue donde me encontré con los gatos, que todavía eran mucho más grandes que yo. No se cómo pero entendí su habla. En ese momento supe que algún niño me habría pisado y estaba desmayada. Y así fue, estaba tirada en el suelo, pero ya había recuperado las energías y podía caminar. Mientras soñaba habían pasado dos clases y estábamos en C.M. Me sentía muy agobiada así que salí de allí. Una vez fuera, vi jugar a los mayores y después a los más pequeños:

- ¡Qué aburrimiento! – dije yo.

- ¡Saldré del colegio para poder jugar!- exclamé.

Cuando ya había salido, una mariquita gigante me preguntó:

- ¿Tú estás muy aburrida, no? ¿Cómo te llamas?-dijo ella.

Yo, educadamente respondí:

- Me llamo María ¿Y tú?- pregunté.

- Yo soy la mariquita Isabel, un-deseo. A quien me encuentra, le concedo un deseo.

Entusiasmada, le dije:

- ¡Yo te he encontrado! Entonces, ¿Tengo un deseo?- pregunté.

Ella respondió:

- Sí, tienes un deseo.

Pedí que me pudiera hacer otra vez grande.

Dijo que no tenía suficiente magia. Entonces pedí que alguien, algún niño, me pudiera ver.

Ella dijo: ¡Habin, habún, habido, ese deseo está concedido! ¡Y desapareció!

Seguí caminando y un niño me vio, me cogió y me llevó a su casa. Le expliqué que no se lo podía contar a nadie. En su casa jugamos mucho y después de un rato, me despedí de Raúl, y me fui a mi casa. Allí comí y me metí en la cama. Cuando llegó mi padre, yo ya era de tamaño normal. ¡Qué divertido había sido este día!

María Valdivieso